FUE ASESINADO EL 18 DE AGOSTO DE 1936
Aunque los sueños, sueños son...
fue un sueño... el que me hizo visualizar
aquella tragedia...que en Granada tuvo lugar.
Sueños que se clavan en el corazón
y el corazón no entiende de contiendas,
que las contiendas destruyen... el alma y la razón.
Y fue en sueños que les vi
por la ladera bajar en silencio,
con los fusiles erguidos...
apuntando hacia el cielo.
Delante, cabizbajos,
con la mirada puesta en el suelo,
tropezando de vez en cuando...
caminaban los reos.
Para nada... un quejido,
Para nada... un
lamento,
y en la hondonada...
al pié del olivo...reía la manada…
regodeándose por el castigo.
Les humillaron, les doblegaron,
y yo agazapada...entre abetos...
observaba lo que aquellos miserables...
se disponían a hacer con los presos.
Ahogué un grito en mi garganta
al ver a tales infames...
disfrutando con el sufrimiento.
Las lágrimas taladraban mi rostro...
a la vez que quemaban mis sentimientos,
quedé exhausta, rota...por lo que mis ojos vieron.
¡Ay Federico! Tú que naciste...en tierras de luz,
gozando de tan alto privilegio.
Tú, que viviste como buen andaluz...
orgulloso de tus comienzos.
Tú, que te codeaste con los mejores...
que destacaron en aquel tiempo.
Tú, que sufriste la tortura de las burlas...
por tus pensamientos.
Tú, que luchaste contra los prejuicios...
ganándote el odio de aquellos perversos.
¡Ay Federico! Te fuiste en los albores...
del mes más seco,
ni tu sangre sirvió para nutrir...
suelo tan yermo.
Más...al despertar...
observé como caían hojas de los árboles,
de aquéllos que parecían muertos,
en ellas...se leían: “La casa de Bernarda Alba”,
“Yerma”, “Bodas de Sangre”,
y en el envés... tus versos.
Rosa Estorach / 06-11-2018