Callado estandarte de valentía tras años de obligado silencio.
¡Que no
tuviera la osadía de emitir una réplica!
¡Que no
tuviese derecho al voto!, ya que solo era derecho de hombres, y las
mujeres...las mujeres solo eran lo que eran, ¡nada!
¿Para qué
servían? ¿Para procrear? ¿Para criar a los hijos? ¿Para atender las necesidades
de la casa? ¿Para hacer de enfermera cuando se presentaba el mal? ¿Para cuidar
a los ancianos? ¿Para llevar la comida, tras una larga caminata, a sus esposos
en el lugar de trabajo? ¿Para acarrear el agua de la fuente más cercana? ¿Para
ir a lavar al río toda la ropa de la familia? ¿Para ayudar, por si fuera poco,
en las labores del campo? ¿Para cuidar a los animales? ¿Para realizar las
matanzas? ¿Para amasar el pan? ¿Para desahogo de su esposo cuando él lo
precisara? ¿Para servir de puchimbol en los momentos de frustraciones
masculinas?
Lo expuesto
y mucho más era la vida de cualquier mujer en el pasado, salvo algunas
excepciones, y si nos vamos a la parte laboral o cultural...apaga, y vámonos.
Y yo me
pregunto: ¿Por qué? ¿Con qué derecho?
Afortunadamente,
hoy, y no en todo los países, la mujer está considerada en lo que vale, se la
respeta y ocupa puestos de relevancia, pero...¿no se han dado cuenta que la
mujer tiene que demostrar, tres veces más que un hombre, su valía para acceder
a dichos puestos?
La lucha
sigue, estamos en el siglo XXI y siguen existiendo energúmenos que no admiten
un NO por respuesta y optan por lo más fácil, aniquilar su problema, total,
¿cuánto vale una mujer?, para ellos...¡NADA!
Existen, si,
siguen existiendo esas mujeres sufridas, calladas, asustadas, relegadas por
unos seres despreciables a seguir siendo NADA, y digo seres, porque esos
maltratadores no son hombres, hoy en día el hombre es un ser maravilloso
educado en la igualdad y que están viviendo también con la desgracia de ser
señalados por culpa de unos descerebrados.
En un día
como el de hoy quiero aplaudir, fuertemente, a esas mujeres valientes que han
echado a la vida, lo que las caracteriza como tales, para demostrar lo que de
verdad valen.
Igualmente
aplaudo a los hombres que no ve diferencia en los géneros y que repudian a
aquellos otros... que se han convertido en su vergüenza.
(Rosa Estorach)